Hay campeones y campeones. Y hay campeonatos y campeonatos. El que terminó ayer posiblemente vaya a quedar en la historia como "El Campeonato de la Locura".
No hay que confundirse: Boca terminó ganando esta carrera con las cuatro gomas desinfladas y dos gotas de nafta en el tanque. El equipo terminó roto, deshilachado y hasta harapiento si se quiere. Cinco minutos más y parecía que sucumbiría inexorablemente. Se habló de algunos favores arbitrales, discutibles, de factores políticos, etc., y amén de ello, Boca ha sido un plantel muy criticado por propios y extraños.

Entonces, ¿por qué los xeneizes son merecedores de este logro? Sostengo que lo han sido sobreponiéndose a todas las contingencias que les tocó vivir en tan poco tiempo, dificultades que perfectamente les pudieron haber ocasionado una pérdida irremediable. La virtudes se valoran, pero tanto o más valor tiene la actitud ante la adversidad, en el fútbol como en la vida misma. Y Boca se rebeló ante todo eso. Después, con el resultado a la vista, yo propondría más que nunca esa frase tan atinada de W. Churchill: “Magnanimidad en las victorias, y dignidad en las derrotas”.

Debo decir, ¡cuántas imágenes han vuelto hoy a mi memoria! 1976, aquella mágica noche, precisamente un 23 de diciembre y en la mismísima cancha de Racing, aquella inolvidable temporada de esos soldados del Toto Lorenzo... el Toto ha vuelto hoy. Él es un indudable partícipe de estos festejos de hoy. Y hoy, las caras y los nombres han cambiado, pero la mística permanece incólume. Y eso hace grandes a los grandes.
¡We Are The Champions, My Friends!
Salud campeón, un ejemplo de trabajo y perseverancia, y al que se le pueden hacer algunos reparos sobre ciertas conductas y una mediatización en exceso. Hubo de las dos, y se podría afirmar, ciertamente, que fue "el semestre que vivimos en peligro".
Pero esta vez la fortuna se hizo presente y nos hizo un guiño a los de Boca.
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