Aquí el objeto no es formular quejas. En todo caso, las quejas se hacen en el lugar que corresponde, no en un blog.
Desde hace muchos años los usuarios del transporte público de pasajeros venimos tomando nota del cada vez peor servicio que se presta, horarios que no se cumplen, condiciones de seguridad e higiene olvidadas en algún punto del pasado, todo dentro del destrato, o mejor dicho, el ninguneo más absoluto al que viaja en la ciudad y los suburbios por distintas razones.
Anoche, una vez arribado a la Estación Retiro de Ferrovías con un atraso de 20 minutos, me dirigí al único empleado que observé en los controles del pasaje, para solicitarle el comprobante. He aquí el primer dato que debería llamar la atención a cualquiera, tratándose de un servicio de transporte: quien tiene que darlos, no tiene información sobre la llegada de los trenes. Esto no era una situación excepcional que se presentaba anoche, pasa desde hace mucho tiempo.
Aproveché entonces para ponerlo a prueba, a ver qué era capaz de contestarme:
-"Te hago una pregunta, -mirando yo hacia arriba, donde está la Oficina de Auxiliares de Estación- ¿Sigue habiendo Oficina de Auxiliares? ¿Hay alguien ahí arriba?"
-"Sí, -me respondió- hay uno. Pero nunca te dicen nada sobre los trenes".
-"Ajá". Me dijo ni más ni menos lo que yo ya sabía.
En otros tiempos, el mentado Auxiliar debía reportar rápidamente cualquier novedad referente a anomalías en el movimiento de trenes locales, ya que existía una oficina que estaba en contacto directo con el público usuario durante gran parte del día. Hoy eso ya no existe. Pero no sólo en ferrocarriles, tampoco la hay en subtes (únicamente en caso de suspensión o grandes demoras se ve de tanto en tanto un cartel) y en colectivos no hace falta mencionar nada.
Cabe preguntarme, ¿tanto hemos involucionado como sociedad? ¿Habremos perdido el amor por el trabajo y la responsabilidad? Sonará un tanto ingenuo lo mío, hoy da la impresión de que un puesto de trabajo con responsabilidad está reducido meramente a un salvamento individual y punto. Simplemente me estoy ocupando del transporte público, y no he dicho una palabra de otros servicios que el Estado debe prestar y las opiniones que circulan al respecto no son las mejores. Como siempre digo, yo, del prestador del servicio o del vendedor puedo, poniéndole onda, esperar algo bueno, aunque pocas veces me voy con alguna satisfacción. Pero, ¿Y los controles que debe hacer el Estado? A ése es a quien todos debemos exigirle que tome cartas en el asunto. En caso de no haber respuesta, seguiremos dependiendo exclusivamente de la buena voluntad individual.
Volviendo sobre el corto diálogo que mantuve con el antedicho empleado:
-"Y pensar que en otros tiempos hasta el peón de la limpieza sabía si el servicio funcionaba con demoras o no", le señalé. Habrá sido muy fuerte lo mío, que no supo qué decirme. Tampoco esperaba una gran respuesta de su parte.
OTRA HISTORIA.
Esto me sucedió hace unos años, pero traigo el tema porque todo parece girar alrededor de lo mismo.
Si uno llega en subte desde Retiro a Diagonal Norte, y va a trasbordar, deberá subir por escalera hasta 9 de julio. Hay una escalera mecánica lógicamente puesta para el que debe subir que... no funciona casi nunca. Es decir, funciona, pero está detenida casi siempre. Las razones de esto no las pienso analizar, pero tienen que ver con un problema más serio, relativo al comportamiento humano.
Ese día, me disponía a subir, y veo que había un anciano que apenas si podía desplazarse con su bastón y quedó perplejo ante la circunstancia comentada. Debo reconocer que yo iba bastante apurado, pero pensé, "qué situación de mierda", así que me acerqué al personal de vigilancia apostado como a 50 mts. de distancia del lugar, seguramente dedicado a otros menesteres más importantes.
Le pedí pues si por favor podría ir a poner en funcionamiento la escalera mecánica, atento a que allí había una persona en dificultades. A lo que, me explicó que él no podía moverse de su lugar, y a continuación me sugirió (no es chiste, ojo) "que hiciera una denuncia penal a Metrovías". No dudo de la buena predisposición de aquel señor, pese a su impedimento laboral, de forma que sólo atiné a decirle: "voy a ver, pero trate de hacer algo porque un día de éstos vamos a lamentar un hecho grave que con muy poco se podría evitar". Y después me fui pensando, tan apurado como antes, "denuncia al Fiscal de turno, el juez debe resolver en 5 décimas de segundo, (¿y si hacemos un Per Saltum para que la Corte Suprema lo decida al menos en 10 segundos más?). No... demasiado".
Hoy, seguramente esa misma escalera seguirá detenida. Quizás tenga suerte y el tren llegue a horario, por qué perder el optimismo. Es vergonzoso reconocerlo, pero vivimos en el país del "que nunca te pase nada".
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