La fórmula es muy simple: yo te pongo la villa, te meto los planes sociales, la droga, las armas, la prostitución y el cartoneo, y si vos te quejás o querés hacer algo contra eso sos de derecha, o un fascista, o pelotudeces por el estilo. Y viene funcionando, no vaya a creer.

Casualmente, vea usted, en el último lustro se van generando nuevos asentamientos en sectores contiguos a, por ejemplo, vías del ferrocarril (recordemos que tanto los ferrocarriles como los terrenos que los abarcan son tierras federales); baste ver uno nuevito, recién estrenado, al costado de la ex-Línea San Martín ahí en Palermo. O la cada vez más numerosa villa que está sobre Fraga al 900, otra de las recientes adquisiciones de los vecinos de Chacarita, pegadita al predio de Federico Lacroze. Todo en un país que hasta hace muy poquito tiempo crecía a tasas chinas. Lo que hoy crecen a ritmo asiático parecen ser otras cosas en nuestra querida Argentina, no hablemos de otro insigne barrio (¿barrio? ¡es una ciudad!) de emergencia, la 1.11.14 del Bajo Flores. Ameritaría un largo artículo.
El elenco de funcionarios y punteros que han venido llevando adelante esta noble tarea tiene, desde ya, una excelente oportunidad de preguntarle a la gente qué opina de estas cosas el año que viene, cuando haya elecciones generales. Quizás no les importe porque hay una causa muy superior que hay que defender a toda costa. Y al que le toque padecer todas estas calamidades, "¿Se jode, se jode?"
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