domingo, 11 de enero de 2009

MARCHANDO HACIA EL CAGASTELLANO.

Conforme pasan los años, uno observa con asombro el singular uso que algunos le dan al idioma castellano, hecho que a muy pocos a esta altura les llama la atención. También resulta hasta increíble el escaso compromiso con algunos nombres o apellidos, por parte de medios escritos o electrónicos, TV o radio, por ejemplo. Error de información deriva en confusión. Ni hablar ya de algunos conceptos que, supongo, la gran mayoría tenía universalmente incorporados y que en algún momento, habrá que formular un manifiesto público para desmitificar.


Tenemos el recuerdo de aquel debate entre el Canciller Dante Caputo y el pintoresco (y fallecido) Senador Vicente Leónidas Saadi, quien ante tanta verba florida de parte de su contendiente se enfureció y le solicitó que "no se vaya por las nubes de Úbeda", cuando el proverbio habla de irse "por los cerros de Úbeda". La frase impactó de tal manera, que ciertos profesionales de los medios la dieron por válida, y hasta jocosamente, se la destaca por ahí como un argentinismo.


En los últimos años, escucho a menudo decir a varios periodistas que, por ejemplo, "se busca palear tal o cual emergencia". Yo hasta ahora sabía que si uno idea un paliativo y lo aplica, estará paliando la situación. No son pocos los casos. Y cada vez son más.



En dos noticieros de dos canales de TV distintos, se informa sobre la tragedia de Gral. "La Madrid", en la que fallecieron seis personas en un accidente de tránsito. Pasaron un par de horas y no corrigieron el error. Ya ni quiero preguntar quién fue Gregorio Aráoz de Lamadrid.


Una palabra que se utiliza todos los días, para reportar sobre diferentes males sociales, es conurbano, se habla frecuentemente del Conurbano Bonaerense. Tuvimos un gobernador, el Dr. Oscar Alende, "el bisonte", quien en una arenga política acuñó ese término, y al igual que con Saadi, la forma se adoptó sin que nadie se preguntara sobre su legitimidad. Si uno se molesta en buscar la palabreja en el diccionario, comprobará azorado que "conurbano" no está, simplemente porque no existe. Pero tranquilos, desde hace mucho existe el vocablo suburbio.


Esto me llama poderosamente la atención: hace algún tiempo, leyendo un artículo político escrito por un reconocido intelectual de estas tierras, me encuentro con que Duhalde terminó traicionado por su propia creación, su monstruo, creó en definitiva su propio "Frankenstein". Ayer, casualmente, una joven directora de cine hablaba en la TV de sí misma como una persona hecha de diferentes elementos, "Soy como un Frankenstein", remató. No son los únicos antecedentes que conozco. El mito está instalado. Permítanme decirles que quien escribe, no habiendo leído jamás el cuento o novela o lo que fuere, y menos aún habiendo visto jamás una película sobre el monstruito, siempre tuvo muy en claro que Frankenstein era el Dr. que lo diseñó. Y ni me pregunten qué nombre o apelativo le puso a ese esperpento.


Atentamente, el maestro ciruela.


¡No! Ése es otro moco muy común en decenas y decenas de artículos que vengo leyendo desde hace mucho. El maestro era de Siruela (un pueblito español), y que aunque no sabía leer puso escuela. ¡Pero cómo mandaría fruta! ¿No?



2 comentarios:

Alejandro dijo...

Muy bueno Mauro. Lo leí y me cagastellanicé de la risa !!

Mauro dijo...

Este tema siempre me interesó. Y como a vos, Ale, más de una vez me cagastellanicé de la risa no por un simple error de ortografía, que a veces suelen ser involuntarios, los puede cometer cualquiera y yo también. Pero hay casos sorprendentes. Uno: ¿alguien recuerda a Adolfo Rodríguez Saa escribiendo "petrolio" en una pizarra, mientras explicaba su plan de gobierno?