Un patriota latinoamericano nunca traiciona a su mentor.
Nunca hace caso omiso de su pasado.
Nunca promueve la división entre sus compatriotas.
Nunca auspicia la pobreza como herramienta para el dominio de su pueblo.
Nunca hace de la ignorancia la base de su sustentabilidad en el poder.
Nunca se enriquece económicamente pisoteando a los más pobres.
Nunca le miente a sus gobernados todo el tiempo. Cuando insiste tercamente en eso, incurre en una obscenidad.
Nunca deja de respetar la voluntad popular.
Nunca persigue con métodos antidemocráticos a quienes no están de su lado.
Nunca piensa que cuanto peor, mejor.
Nunca imagina que la ley y la Constitución de su país son cosas que simplemente están para ser burladas y pasadas por encima.
Nunca ignora descaradamente la necesidad de sus compatriotas.
Nunca le prendería fuego a la confraternidad con los pueblos vecinos.
Los argentinos extrañamos horrores tener un patriota latinoamericano. A muchos les queda muy grande el traje.
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