domingo, 29 de junio de 2008

TODOS MIENTEN, MENOS YO.

Ayer por la mañana venía yo repantigado en el asiento del subte, mirando el techo, y llamó mi atención un sticker que estaba pegado en el techo del coche, con un logo y los conocidos caracteres del diario de mayor venta en el país. El mensaje era bien directo: Clarín Miente.

En primer lugar, aclaro que no soy lector de ese diario. Hace muchos años que dejé de comprarlo, más de 20, tal vez. Y nunca fue mi medio gráfico de cabecera. Sí, en cambio, siempre lo fue La Nación. Recuerdo que mi viejo llegaba por las tardes a casa del trabajo y dejaba el diario sobre la mesa del comedor. Y una vez que comprobaba que ya nadie lo leería me lo llevaba a mi pieza y podía estar hasta altas horas de la noche leyéndolo. Esto habrá empezado cuando yo no tenía más que 10 u 11 años, y siguió por bastante tiempo. Nunca tuve mucha afinidad con la otra lectura, la de los libros de cuentos, novelas y etc., así que encontré mi fuente de conocimiento en los diarios y las revistas, primordialmente auscultando cuanto artículo periodístico o científico que se me cruzara por delante. Recuerdo también que cuando comencé a ganarme mis primeros pesitos con trabajos temporales, se me dio por comprar Clarín y después se me hizo ciertamente un hábito llevarlo al colegio, alguno que lea esto y me conozca tal vez lo recuerde, entre libros y carpetas casi siempre estaba ahí dobladito. La idea era, después, hacer un trueque con mi viejo a la tarde o noche, aunque a mi viejo no le resultara muy gratificante la transacción, nunca simpatizó demasiado con la línea editorial del diario de los Noble.

De modo que, esta costumbre de estar mínimamente informado sobre algunas cosas de la actualidad política y el resto de las cosas es ya una gimnasia que vengo ejercitando hace bastante.

Ahora bien. ¿Cuánta gente compra diarios? Seguramente mucha, aunque con el proverbial avance tecnológico es fácil suponer que ahora no es tanta en relación con lo que era hace 20 o 30 años. Y se acepta sin reparos el dato de que Clarín sigue siendo el diario más comprado. ¿Qué relación ha tenido este diario con el Poder en sus algo más de 60 años? Bastante en algunos momentos de la historia, y muy volátil en otra. Ha ido zigzagueando según los tiempos. Aquí vuelvo al sticker sentencioso del comienzo. Clarín Miente. ¿Y eso a quién le importa? Solamente a quien le importe que la mentira surta el efecto deseado, favorable o contrario a sus intereses políticos o económicos, según sea. Nadie miente de gusto, nada más.

Esta cuestión de los medios periodísticos, ya no sólo los gráficos, los electrónicos también, desde hace un tiempo se ha puesto bajo la lupa del Poder y las críticas a determinados grupos empresarios de la noticia han ido in crescendo, primero desde algunos funcionarios y últimamente desde algunos funcionales al Poder. ¿Será que nuestros mandatarios consideran al público consumidor de información poco apto para captar una realidad determinada, de tal forma que si una información es hábilmente manipulada no debería llegar a una gran cantidad de ciudadanos comunes? En criollo, ¿considera que el común de la gente es muy poco instruida como para recibir noticias cuya toma de conocimiento implique un riesgo serio para el accionar de cualquier gobierno? ¿La gente se cree todo lo que lee o le dicen? Yo no estaría tan seguro. El lector de diarios jamás toma a cada nota o artículo como la verdad revelada, compara con otras informaciones provenientes de otros medios y en lo posible saca conclusiones.

Abraham Lincoln dijo (lo habrán escuchado o leído en más de una oportunidad) que se puede engañar a poca gente durante mucho tiempo, a mucha gente durante poco tiempo pero nunca a toda la gente todo el tiempo. Y esto le cabe principalmente al Poder. Desde hace un tiempo, muchos medios periodísticos –no sólo Clarín- vienen advirtiendo señales poco claras desde el Gobierno. Ambigüedad en el mensaje. O contradicciones entre el discurso y la acción. Y lo reflejan en hechos políticos o tomas de decisiones que no son de menor importancia. Entonces, ¿qué es lo que le podría estar molestando al Poder? ¿Que el mensaje por él trasmitido no llegue a los ojos y oídos de la gente como él quiere? ¿Que detrás de cada distinto punto de vista de un editorial o de cualquier otra información se produzca un rápido desencanto entre el público, con la consiguiente disminución de popularidad o un eventual distanciamiento de la opinión pública?

Primero, convengamos que cada medio informativo tiene como misión fundamental informar, esto está claro, pero también es un negocio. Nadie funda un diario o crea un informativo televisivo o radial para perder plata. Cada uno cuida su kiosquito. Por otro lado, desde que las cámaras de televisión salieron a ganar la calle y trasmiten en vivo, sin edición de material, han puesto al descubierto infinidad de hechos, desde los más censurables hasta las notitas de color. Aquí tenemos un punto interesante para analizar, por cuanto el Poder en general no es lerdo y, advirtiendo esta circunstancia, ha organizado inescrupulosamente rápidos operativos para desbaratar cualquier intento de manifestación callejera que no le sea conveniente. Ordenando a la policía a la disuasión o directamente a la represión de los manifestantes, o enviando a grupos de personas cuyo remitente es ciertamente difícil ¿difícil? de precisar.

Segundo, el ciudadano que se informa , si no se entera, sospecha las cosas. Y si sospecha que algo que lee o escucha merecería una investigación más exhaustiva de los hechos, la hace. Hoy tiene acceso al más variopinto panorama de medios, radio, TV, internet. Y puede sacar más conclusiones, como ya dije. Y vive, en muchos casos, la realidad del día a día. Y soporta, por ejemplo, que se anuncie un índice de inflación oficial muy poco serio, por no decir dibujado, informado por los más diversos medios de comunicación que tratan el tema de manera benevolente en general, salvo algunos casos muy puntuales en donde se acentúa la crítica. Pero el número es oficial y no se discute más. No hablaré de otros índices alarmantes que se nos dan y con los que nadie está de acuerdo por una mera cuestión de percepción social. Aquí, pareciera que ni Clarín ni los demás mienten.

¿Puede un gobierno acusar de falsarios a los medios, cuando en cinco años no ha dado una sola conferencia de prensa? ¿Cuando los ningunea en el extrajero también, y les da nota sólo a los medios foráneos? ¿Cuando para decir “sus verdades” utiliza el canal oficial, del que se ha ocupado prolijamente en sacarse de encima a cuanto periodista (prestigioso, un muchos casos) para dejar un plantel que le sirva exclusivamente para transmitirlas al conjunto de la sociedad? Esto, cuando no utiliza la cadena oficial. Con el Grupo Clarín, por caso, es con quien tiene mayor encono, pero ya existe el patético antecedente de Joaquín Morales Solá, columnista de La Nación, a quien la persona que ahora ejerce la presidencia le dedicó media sesión en el Senado de la Nación en alguna oportunidad, haciéndole saber a todos sus pares que no le gustaban sus editoriales tendenciosos y desestabilizadores.

¿Tan peligroso es el periodismo en una democracia? ¿No sería mejor gobernar de otra manera, con procedimientos más trasparentes? A un tipo como Alejandro Dolina, a quien yo siempre le guardé un cierto respeto por sus convicciones, aún cuando mis ideas políticas no sean coincidentes en general con las de él, lo vengo escuchando desde hace un tiempo quejarse de una suerte de “procedimientos estalinistas”, por ejemplo en los casos en que se detectan hechos de corrupción en el Estado por medio de cámaras ocultas. Y señalar que la cobertura de conflictos como el del Campo con el Gobierno, es bastante peligrosa para la paz social. Caballero, las cámaras están ahí, los hechos son sagrados y las opiniones son libres. Solo un comentario al respecto: ojo con esta clase de aseveraciones, no tanto en el caso de Dolina, pero sí en otros casos en los que, machacando permanentemente sobre una situación o sobre el perfil de una persona, es muy factible que quien transmite ese mensaje en realidad esté hablando de sí mismo, no de quien dice criticar. Esto está estudiado en psicología. La gente, de última, ve lo que ve y reflexionará de acuerdo a su conciencia. Sucede que, el gran público consumidor de TV se encuentra entre los sectores sociales más humildes, y allí radica la base del sustento electoral del Poder. Ahora, si el Poder tiene un plan secreto, y las cosas no marchan como estaba previsto, seguramente se empezará a molestar con los medios que informan. En tal caso, yo sugeriría, como lo ha hecho hace unos pocos días una conspicua dirigente social ligada a la defensa de los derechos humanos, tomar de una buena vez por asalto Canal 7 y Radio Nacional para que la gente se informe sobre lo que hay que saber. O sobre lo que ellos creen que debería ser el modo de vida de los argentinos. Tenemos ejemplos de este tipo. En Venezuela, por ejemplo, fueron pasados a la órbita estatal una serie de medios privados, no hablemos del programa “Aló Presidente”, eso ya es sabido que no resiste el menor comentario, pero la cosa es que esos medios, los canales de TV principalmente, pasaron de ser canales muy vistos a ser medios de entretenimiento a los que la gente les ha dado la espalda. A la gente se la puede dominar, pero no tratarla de estúpida.

Recuerdo haber visto en televisión que en ocasión de una cumbre latinoamericana, un periodista se le acerca como puede a Fidel Castro y le hace una pregunta bastante comprometedora, a lo que el dictador cubano le respondió: ¿quién te envió a hacer esa pregunta? La descalificación al oponente es muy característica en quienes tienen el culo sucio, quienes tienen muchas cosas que ocultar. Y se armó un pequeño incidente que no pasó a mayores, don Castro le quiso mandar a sus custodios para que se hicieran rápidamente cargo de él, pero no pasó gran cosa después. Yo, en lugar del periodista, le hubiese dicho: “ya está, hermano, ya me contestaste todo, lo que quería saber y lo que no quería saber también.”

Miren que hay medios y medios periodísticos. De última, nuestros gobernantes podrían sugerirle a nuestro pueblo que lea Página 12, que desde que se hizo cargo nuestro actual gobierno se ha convertido, dicho por su propio ex director Jorge Lanata, en el órgano oficial del Poder Ejecutivo.

Todo esto, dicho en el supuesto caso en que todos creamos en la democracia. De lo contrario, seguiremos en discusiones baladíes. Y la salida estará cada vez más lejos.

miércoles, 25 de junio de 2008

25 MILLONES DE ARGENTINOS.

El pueblo argentino vivía hace 30 años una gran fiesta: ganamos el Mundial de Fútbol Argentina ’78. Después de todo el tiempo que pasó, a muchos les ha quedado la impresión de que aquella conquista deportiva debería hoy soslayarse, cuando no pasarla a integrar el listado de los tantos cadáveres en el ropero de nuestra historia reciente.

¿Nos debe poner orgullosos haber salido campeones del mundo en fútbol en 1978? A ver, yo prefiero separar siempre los tantos. No me gusta poner todo en el mismo bolsillo, no sea cosa que para abrir la puerta de mi casa en lugar de sacar las llaves saque un peine o un encendedor. La confusión solo le sirve a los vivos y acrecienta la ignorancia de la mayoría. No se puede apartar el hecho deportivo del contexto político, siempre alguna relación existe, pero es poco serio señalar con el dedo a una multitud o a un plantel de fútbol incluido su cuerpo técnico –como he visto muchas veces- por haber tomado parte de aquello, como si alguna responsabilidad les cupiese. Argentina tenía asignada su sede para el Mundial desde 1972, y los dictadores argentinos se lanzaron desenfrenadamente a confirmar el torneo, por otra parte, mediante maniobras sórdidas como la creación del EAM 78, cuando el organizador era la AFA.

El pueblo futbolero, y el adyacente, tenía derecho a vivir una fiesta. Y la vivió a su modo, con su folclore y demás. Pero como tantas veces ocurre, fue víctima de la falta de información. Del ocultamiento sistemático de los horrores que perpetró el Estado sobre gente cuyo delito era pensar de otra manera. No voy a extenderme en este tema, podría escribir kilómetros de opiniones sobre lo que sucedió en aquel momento, sobre tragedias y curiosidades que pude averiguar y ver, en ese tiempo y en el que le siguió. Sería tema para otra charla.

Las peores calamidades políticas han sucedido, suceden y creo que seguirán sucediendo alrededor de un acontecimiento deportivo de la magnitud de un mundial de fútbol. Muy lamentablemente. Osvaldo Ardiles decía una vez que él de haber tomado conocimiento de lo que pasaba el nuestro país en 1978, muy probablemente hubiese desistido de participar. Esto se lo preguntaban pero por otra cosa, en relación con la Guerra de Malvinas, que casualmente se desató en momentos en que se iba a jugar el siguiente mundial, el de España ’82. Hay cuestiones y cuestiones pasa sopesar, y hay que tomar decisiones. Y comparto la opinión de Ardiles.

Maradona dijo, cuando se retiró, que “la pelota no se mancha”. Yo diría, no siempre.

martes, 24 de junio de 2008

FELIZ CUMPLE III.

Las efemérides marcan que hoy cumpliría años El Chueco Fangio, que hoy cumplen años Ernesto Sábato, Jeff Beck, Lio Messi... ¡Pero acá el único prócer es usted, Juan Román Riquelme!Justo un día antes de que La Argentina logre su primera Copa el Mundo, usted ya dijo presente. Y a la hora de hacer historia en nuestro Boquita, también. ¡Muy felices 30, torero!

sábado, 21 de junio de 2008

FELIZ CUMPLE II.

Un 21 de junio de 1948 también, vaya coincidencia, nació en Sunderland, Inglaterra, el señor que va sentado en el carrito.

Don Airey paseando por Hong Kong durante una gira con Rainbow, en 1979.

Simplemente... ¡felices 60, gracias por lo que nos diste y por lo que nos seguirás dando!

Una gemita para este humilde homenaje. Lo presenta don Gary Moore, otro amigo de la casa, en otra de esas veladas de frac y moñito.


Colosseum II en vivo en la BBC, haciendo The Scorch, Sight and Sound In Concert, 14 de enero de 1978.

FELIZ CUMPLE I.

Un 21 de junio de 1948 la CBS presentaba el formato LP en vinilo. Estos discos, en mi caso, han sido generadores de miles de anécdotas personales y de gente cercana, en fin, siempre habrá un lugar para reivindicarlos por su prestancia y por su capacidad y calidad de prestación. En estos tiempos, hay una suerte de campaña por hacerlos resurgir, este fenómeno se viene dando desde hace ya un tiempo en los EE.UU. y en Europa, por cuanto muchos artistas y técnicos aún sostienen que la calidad del audio analógico de estas placas no ha sido superada por el formato digital de los CDs. Yo estoy en una posición intermedia al respecto.

Sería bueno también hacer un reconocimiento para el arte de tapa. Hoy estaba pensando qué tapas de álbumes podría recordar sin hacer un gran esfuerzo. De mi colección, rescataré especialmente dos. No tanto por su calidad artística, no soy bueno para eso, el arte pictórico nunca me ha llenado demasiado los ojos, por otra parte.

Esta es una:


Physical Graffiti, de Led Zeppelin, 1975.


Tiene una muy original presentación, es la fachada del edificio de los estudios Ridge Farm, precisamente donde se grabó el álbum. En realidad es una delgada caja, si uno desliza la cubierta ligeramente se "descorren" las cortinitas de cada ventana y se puede apreciar lo que hay detrás. Es, sin dudas, mi preferida. La siguiente:


All The World's A Stage, Rush, 1976.


Como se ve es una foto, lo primero que se me ocurrió cuando la vi por primera vez fue "¡qué momento espectacular, ahí nomás, a segundos de comenzar el show, con esos Marshall a punto de estallar!" Quedé fascinado. No he visto casi nunca otra foto así.


Y pensé además en algún sobre interno que recuerde. Esta foto es una de las más impresionantes que he visto de toda la historia del rock, hablando de un grupo en acción. Es una pena que aquí no se pueda apreciar con la nitidez de la original, pero creo que vale lo mismo.


El sobre interior de Blackout, Scorpions, 1982.


Desde ya, hago un pedido formal, una súplica: ¿habrá un lugarcito para mis incunables?

martes, 17 de junio de 2008

SOY UN HOMBRE QUE ESPERA EL ALBA.

Hoy quisiera apartarme un poquito de los temas que suelo tocar en este blog. La política y la situación de nuestro país son temas que siempre concitan mi atención. Aprovecho para hacer mía una frase que alguna vez escuché por ahí: ocupémonos de los políticos porque, de lo contrario los políticos se terminarán ocupando de nosotros.

No descubro nada ni sorprendo a nadie si digo que nuestro país y nuestra sociedad están viviendo horas tristísimas. Ayer por la noche me acerqué a la manifestación frente a la Quinta de Olivos, estaba con mi media sandía y ninguno de los dos llevábamos ni cacerolas ni pancartas. Fuimos como simples observadores y desde luego, a acompañar a los allí congregados. Algo que me reconfortó, dentro de cierto clima de tensión, fue el sentimiento homogéneo que observé, mucha gente se movilizó frente al hastío que le provocan sus gobernantes. Allí no había gente que fuera a pedirle la renuncia incondicional a la presidenta (pudo haber algún trasnochado en ese sentido pero quedó en minoría), mucho menos se sugirió que una pronta reunión del Congreso le inicie un juicio político y la destituya, ni nada de eso. El sentimiento general que pude apreciar es que este estilo de conducción ya fracasó y necesitamos recuperar las instituciones de la República. Instituciones que hoy virtualmente desaparecieron. Casi nada.

Hace un tiempo, refiriéndome al golpe de marzo de 1976, me hice una pregunta, la de si en verdad habíamos aprendido la lección como sociedad luego de 32 años. Los acontecimientos de los últimos días me relevan de dar la respuesta. Y también hablé de la fractura social, que yo francamente no percibo pese al constante fogoneo oficial por querer cristalizarla. Fractura que de producirse, sería un solo paso hacia algo todavía mucho peor: la completa sumisión de todo un pueblo a un poder hegemónico. Una venezolanización, para ponerlo en términos bien gráficos. Incluso, un par de meses antes de las elecciones de 2005 yo advertí en un largo mail para que fuese reenviado hasta el infinito que había que estar atentos a esto, que había que involucrarse y votar, no importaba por quien. Y dije que si no nos ocupábamos esto no iba a cambiar más. Lentamente se veía venir lo que hoy ha llegado para quedarse. ¿Hasta cuándo? No se sabe. Espero que todos tengamos sensatez y respetemos los tiempos que corresponden.

¿Resultado de mi pedido? Amplio triunfo del Frente Para la Victoria y una inmediata virtual clausura del Congreso. Claro, para qué queremos un Congreso los argentinos si ahora todas las decisiones las toma una sola persona. Las de carácter legal y las otras. Y tanto peor aún, quien en los papeles es nuestra máxima autoridad tiene totalmente vedada cualquier toma de resolución importante, las decisiones corren por cuenta de su marido el ex presidente. Patético y muy peligroso.

¿Qué se está discutiendo? ¿Si los productores rurales son unos avaros que se niegan a tributar para una supuesta distribución de recursos entre los que menos tienen? Toda gran crisis termina estallando por un incidente menor. Y ésta no iba a ser la excepción. Como dicen los médicos, la patada al hígado no viene por lo último que comiste. Y aquí, la gente del campo viene observando desde hace bastante cómo el dinero de las retenciones se esfuma permanentemente en cuestiones que poco tienen que ver con una justa distribución de la riqueza, muy por el contrario, ven que los recursos van a parar a una caja utilizada por el ex presidente con fines non sanctos, básicamente para un disciplinamiento de gobernadores e intendentes sometidos a su voluntad a la hora de recibir magras partidas presupuestarias para sus distritos. Consecuencia de esto, los pueblos del interior, atados a la actividad rural fundamentalmente, paulatinamente se han ido empobreciendo, cuando, si se hiciera lo que manda la ley, esa masa de dinero se debería coparticipar y, no solo la actividad agropecuaria, también la industrial y la comercial, tendrían suficiente combustible para continuar con su actividad.

La gente que acompaña los reclamos del campo en las calles, sólo acompaña, pero este conflicto ha trascendido hace tiempo el tema rural y aquí se han sumado una serie de cuestionamientos al Gobierno que creo no haría falta enumerar. Hay mucho enojo en la gente. Y mucho cansancio.

¿Cómo se sale de esto? ¡Imposible!, dicen algunos, y quizás razón no les falte, teniendo en cuenta el carácter de ese personaje que se encuentra en el centro de la escena. Y de su nostalgia por aquellos viejos ideales setentistas, para quienes la democracia siempre fue un asunto menor, las cosas se resuelven a matar o morir, con confrontación y sin escatimar recursos violentos. Maniqueísmo llevado al extremo. Yo supongo que, o deberá surgir algún milagroso actor de entre las filas del propio partido gobernante con un notable poder de persuasión, o alguien decidido a cortar este nudo gordiano que, a esta altura de los hechos a más de uno nos hace preguntarnos: ¿en qué punto nos habremos equivocado los argentinos para tener esto? ¿Era necesario?

Mientras tanto, seguiré esperando el alba.

jueves, 12 de junio de 2008

CHINO NO ENTIENDE. ARGENTINO TAMPOCO.

Jamás tuve objeciones con respecto a la inserción de nuevos vocablos en nuestro idioma. De hecho, todos los días se debe estar queriendo incorporar o se incorpora alguno de manera furtiva. Y tarde o temprano la Real Academia Española lo terminará añadiendo al diccionario. Ahora, hay cosas que dan que pensar. Digo, ¿por qué diablos todo el mundo tomó la costumbre de decir Beijing en lugar de Pekín, o Pequín, como preferirían otros? En español está muy claro que la capital de China es Pekín.

Todo empezó allá por 1958, cuando se decidió unificar los sistemas de transcripción del chino a las diversas lenguas que utilizan alfabeto latino. A ese sistema se lo denomina “pinyin”, que no se oficializó sino hasta 1979. Y al transcribirse el nombre surgió Beijing. Sin embargo, el sustantivo propio en español sigue siendo Pekín. El nombre Beijing es utilizado por casi todas las agencias periodísticas en el mundo.



¿Demasiado esnobista dando vueltas o demasiado gil que busca ponerse a tono con todo lo políticamente correcto? Tengo dos preguntas más: ¿alguien conoce gente que críe perros beijineses? ¿Riquelme, para dónde tendrá que tomar el avión, para Pequín o para Beijing?

lunes, 9 de junio de 2008

HA SIDO UN GUSTO.

Después de 31 años de actividad, Steve Lukather anunció el viernes el final de Toto. Un amigo me mandó un mail diciendo "È un giorno tristissimo", aunque también cabe la otrafrase, la que hizo más carrera, "Siamo fuori". Nos queda, a los seguidores y a los no tanto, su obra, el recuerdo de sus visitas al país (los primeros shows de los 90's fueron impresionantes), y una pequeña anécdota sobre cómo los conocí. Recuerdo que ya hacía tiempo que se pasaba por las radios ese "Hold the line", y una tarde suena el teléfono de casa, lo que menos esperaba yo era esa extraña llamada que nunca supe bien si intentó ser una broma o qué. Lo cierto es que levanté el tubo y estaba sonando de fondo aquel "Child's Anthem", curiosamente. Si era una invitación a que "Me quede en línea", tampoco lo sé. En casa estaba un viejo amigo, le pasé el tubo y rápidamente soltó: "es el Himno de los niños. Es Toto". Y ahí los empecé a escuchar en serio. Tampoco me olvidaré jamás de la notable intervención como invitados de David Paich y Steve Porcaro en el álbum "Passionworks" de Heart. Gran momento.

Así es la vida, nada es eterno y esto algún día iba a pasar. ¡Salud, Toto!

jueves, 5 de junio de 2008

¡ETERNA GRATITUD, MUCHACHOS!

Porque como siempre decimos: "...que no ha pasado nada!", los hinchas de Boca no tenemos más que agradecimientos para este equipo que siempre deja bien en alto su prestigio mundial. Si ayer no se nos dio, es sólo una cuestión meramente futbolística y punto.

Y lo fundamental: como dijo Churchill, "magnanimidad en las victorias, y dignidad en las derrotas". Porque siempre habrá de las dos.

martes, 3 de junio de 2008

PIEZA DE COLECCIÓN.

Para que vean que no solamente los distintivos, los cuadernos y las camisas servían para dejar pequeñas dedicatorias, observen este souvenir que apareció entre algunas cosas archivadas involuntariamente en casa. Yo recordaba esto, pero ni imaginaba que me lo iba a encontrar hoy. Si hacen click sobre las fotos, van a ver las imágenes bien ampliadas.



Para el museo de los Integrales.

lunes, 2 de junio de 2008

¡PROTESTO!

Mi relación con la radio es más o menos la misma que la de la Tierra con el Sol. Mi vida no sería la misma sin ese receptor AM presente. Yo crecí al lado de una radio. Me levantaba bien temprano, en tiempos en que todavía ni siquiera iba a la primaria, y lo primero que escuchaba era el informativo con mi viejo andando por ahí, preparándose para ir al laburo o mi vieja haciendo sus cosas. Cosa que no nos pasó tanto, al menos en nuestra familia, con la tele. Y con el correr de los años esa práctica se hizo hábito, a cualquier hora del día, salvo por las noches.

El enorme placer de escuchar a un Antonio Carrizo, a un Héctor Larrea, a un Guerrero Marthineitz. O como ahora, los comentarios punzantes de un Jorge Lanata o del “Ruso” Verea, o a Nelson Castro y también a Miguel D’alessio.

He aquí el punto. ¿Qué va a pasar con el programa de “Miguelito”? ¿O qué pasó? Yo soy un viejo escucha de su programa de los fines de semana, “El Alargue”, y supe últimamente de algunos problemas de orden gremial con la Radio La Red en los que él tomó activa participación. ¿Me tendré que resignar a añorar sus largos editoriales, desde los políticos hasta los puramente futboleros, tan bien relatados? ¿Me van a abandonar definitivamente esas voces grabadas de los caracterizados oyentes, por nombrar a uno sólo, José de Palermo, el tachero, con sus frases inigualables, un ídolo total de los bosteros? Cuántas veces, en el laburo, somos varios los que nos paramos cerca del receptor para escucharlo, y no paramos de cagamos de risa cuando tira esas frases como “Tiene menos fútbol que el Para Ti”, o “Ese pibe tiene menos potrero que Beverly Hills”, o su sentencia sobre lo que es Boca en el mundo, “el King Kong”.

¿No voy a volver a desarmarme a carcajadas con esa media hora final con los mensajes grabados, mezclados con esa selección tan especial de música, y principalmente con esos últimos cuatro minutos en que suena de fondo el “Cada vez que digo adiós” de Los Enanitos Verdes y se escucha ese fárrago de frases impresentables de nuestros más encumbrados políticos? ¡Ese cierre de programa garpa todo el programa!

Sé que nada es eterno y todo algún día debe llegar a su fin. Y si le llegó la hora al “Alargue” de los fines de semana, lo voy a extrañar mucho.